Lo que nos dejo la robolución despues de todo.

Tristeza de ver al hijo partir con mis nietos y no tener la seguridad de algun día volver a verlos.

Nos condenaron a perder trozos de corazón, a vivir a medias, cuando por décadas ocultamos o negamos a nuestros seres queridos residentes en el exterior, esos que huyeron por no querer perder a lo mas preciado de sus vidas a los hijos que podían morir en la montaña por una causa injusta.

Al separarnos, nos impidieron conjurar juntos el mal, utilizando la fuerza del amor.

Nos privaron de la sublime ternura que solamente se disfruta en el ámbito familiar.

Nos privaron de los vecinos esos que por las mañanas nos saludaban efusivamente y compartian con nosotros una palabra de aliento.

Nos condenaron a la soledad, a una soledad que nos llegó sin haberla preconstruido, esas fiestas familiares a las que no podemos asistir por vivir lejos de los nuestros.

Nos robaron la gloria de ver nacer y crecer a nuestros nietos. Nos negaron la dicha de participar en sus éxitos estudiantiles.

Nos arrebataron el tesoro de ver a nuestros hijos convertirse en hombres de bien, progresar profesionalmente, y madurar.

Nos impidieron compartir con los que tanto adoramos, sus alegrías y tristezas cotidianas.

Nos negaron la posibilidad de ofrecer un consejo al ser amado, en situaciones difíciles.

Nos impidieron velar sus horas de angustia, sus noches de enfermedad, verlos recuperarse despues de una emfermedad.

Nos condenaron a envejecer solos, nosotros y nuestros sueños sin esos seres amados lo que nos hacen tanta falta.

Nos han condenado a morir solos, lejos de los seres queridos ya que en los trabajos en el exterior los permisos para viajar no se consiguen tan facil como aqui.

Nos impusieron una perenne nostalgia; y una especial añoranza en las fechas en que el amor convoca a las familias ya que nosotros como ellos no tenemos quizas el suficiente dinero para viajar a ver a nuestros familiares que se quedaron viviendo en nuestro país.

Nos condenaron a pérdidas sentimentales y espirituales irreparables, pues nos privaron inmisericordemente de miles de dulces, tiernas e irrepetibles vivencias.